En el Templo
En esta Gran Mezquita, durante mi viaje a Kairouan me encontré orando a esta musulmana que veis ahí en pequeñito a la izquierda de la fotografia, la observé largo y tendido, su devoción me conmovió y como tengo costumbre de rezar en todos los templos que visito durante mis viajes, esperé a que saliera del lugar sagrado para preguntarle, después de precisarle que era católica, si podía entrar a rezar yo también, me contestó afirmativamente, a condición de que me cubrirera la cabeza.
Agradecida y reconfortada por su respuesta, me cubrí la cabeza, me descalcé y entré, pero los gritos de cuatro personajes en el interior del recinto sagrado, dos hombres y dos mujeres cubiertas por el velo, me interpelaron impidiéndome concentrarme en mi oración. Me dirigí pues hacia el que parecía ser el guardian de la paz de aquel lugar invitándole con un sugestivo gesto a guardar silencio. Su contestación, su actitud contrastaron con la de mi anterior interlocutora :
Es usted musulmana, me dijo.
No, católica, le contesté
Pues no tiene derecho a estar aquí, me respondió de mala manera
Me acordé de repente que, el día anterior, acababa de oir decir a un sacerdote católico que era posible que no nos encontremos a todos los canonizados en el Reino de los Cielos. Frase que me dio mucho que pensar y me pregunté si tampoco nos encontraremos en el paraiso con algunos de los San Pedros de los diferentes templos y obediencias.
En cualquier caso, pudé constatar que en todo tipo de filosofía y confesión, seguimos encontrando esas comunidades "ubicuitarias" (1) que creíamos haber inventado con las nuevas tecnologías.(1) Esas comunidades sociales cuyos miembros transgrediendo las dificultades del tiempo y del espacio encontramos en todo lugar y en todo tiempo.
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