Laura Garcia Vitoria

Territorios del conocimiento/Territoires de la connaissance Sociedad del conocimiento/Société de la connaissance : les regards sur l'identité personnelle et professionnelle dans la société de la connaissance

2/24/2007

Pausa reflexiva por tierras hispanas (1)

Cielo herido (Calahorra)
(fotografia de J.M. Lucas Zamudio)
Atila y los Unos nos traen la moda de horteras y bordes

Tenerife está revuelto, el pueblo protesta y los vecinos denuncian y no es de extrañar : 124 decibelios tuvieron que soportar en los carnavales... Quién recuerda a los carnavaleros que cuando estos vieron su luz no había ni altavoces ni micrófonos ni elementos quebrantadores de tímpanos, nervios y edificios?
Pero la noticia no afecta sólo a Tenerife y carnavales sino a cualquier rincón de nuestra piel de toro y en cualquier temporada.
Al sur de los Pirineos no hay ya dos sino tres Españas : la de la Dolce vita, el Tomate, el Corazón de todo el año, las exclusivas y los chismorréos, la que descubre sin vergüenza la intimidad de los famosos y menos famosos, esa donde pulúan marujas, Aidas que hurtan pero que no roban, macarras y murgas todo el año, ruidosa violenta, borde, no hay más que asomarse a Tele 5;
Esa otra que huye, se esconde, se aísla. Cobarde y altanera, vuelve la cara y abandona a la tercera silenciosa, sufrida y resignada que soporta con impotencia al que más chilla, insulta, violenta o atropella y termina asistiendo divertida a la esquizofrenia hortera y cutre que ofrece la primera..
Por otro lado, en este territorio, los viernes, sábados domingos y días de guardar, hordas de jóvenes Atilas en sus rondas de alcohol y drogas, avasallan calles, puertas, entradas... forzando a los sufridos vecinos a velar hasta las cuatro de la mañana a causa de los decibelios de bares, locales aullidos esquizoides y canturreos.
Después de tener que hacer frente a tal orgía ajena, el ciudadano sale a trabajar de madrugada sorteando todo tipo de excrementos, vómitos, basura, botellas rotas, latas, chicles, cigarrillos, papeles, vasos vacíos y pringosos... y lo que es peor tendrá que trabajar más y levantarse más temprano para pagar más impuestos para la limpieza de esas calles, derrochando de ese modo el agua que tanto escasea y presupuestos sociales que aliviarán las enfermedades producidas por tales atropellos, además de tener que gastarse algunos euros más de esos que tanto sudores cuesta ganar para sanar, pintar, arreglar o limpiar tales desperfectos.
Algo más, por estos lugares, cualquier desalmado puede aparca donde quiere en toda impunidad, de poco importa que esté prohibido y que lo haga delante de edificios impidiendo su entrada o la del garaje del vecino.
Y por si fuera poco, por estas tierras también pueden llegar a llamar maleducado al infeliz que se ausente de un bar donde, por desgracia, a una amiga se le ha ocurrido la brillante idea de darle cita para comer a las dos, pero donde dan las tres y media y sigue esperando que la amiga en cuestión deje el local y se decida dar el toque de queda. No obstante, el paciente infeliz, después de soporta estoicamente, a pesar de una tos rinítica aguda y una infección de las vías respiratorias que le aquejan, decide aburrido de tanto chismorreo, humos y aburrimiento, salir a las cuatro sigilosamente y esperar a su amiga en la calle. A la salida de los disertantes/chismosos/fumadores/bebedores del humarreteado local, se ve atribuir el pobre desgraciado por los furiosamente enojados atilas en cuestión el calificativo de maleducado : ¡Mira que atreverse a salir del local para tomar el aire mientras ellos beben, fuman y chismorrean! ¿Dónde se ha visto? Eso no se hace, es de muy mala educación, insisten. Y mi amigo cabizbajo, sintiéndose tremendamente culpable se dice que tendrá que volver a la universidad para seguir esos nuevos cursos de civismo y de buena educación que se acaban de crear por estos parajes o no podrá volver por ahí...
Españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las tres Españas ha de helarte el corazón.... Rectificación hecha al poema de Machado.
En este mundo consumista y materialista hemos fomentado el abandono del civismo, la ética y sobretodo la espiritualidad. Estamos, de ese modo, destruyendo el humanismo y el planeta tierra... ¿Llegará la inteligencia artificial a salvarnos de nuestros propios errores?