El imperio de la inteligencia: el Japón como sociedad del conocimiento
En français
Esta formulación nos ha sido sugerida por una reciente obra publicada bajo la dirección de Jean-François Sabouret: «El imperio de la inteligencia», publicada al final del año pasado en la editorial del CNRS. En dicha publicación Alain-Marc Rieu en su último capítulo analiza «el Japón como sociedad del conocimiento».
Profesor en Lyon, y autor de una precedente publicación sobre «Saber y poder en la modernización del Japón» Rieu, desea así mostrar que en Japón este fenómeno es más amplio y profundo de lo que se entiende comúnmente por «economía del conocimiento». Un territorio debe saber evaluar la «situación epistémica» en la que se encuentra. Hace de ello un cuarto de siglo, señala el autor, el Japón supo instalar un dispositivo institucional, de métodos y organismos que le permitieron transformar los conocimientos disponibles en una tecnología genérica, en nuevas industrias y nuevos productos. Se encontraba de ese modo más avanzado que la casi totalidad de los demás países. En efecto, no se focalizaba en la producción de conocimientos sino en su asimilación y en su adquisición: Japón instaló así una verdadera máquina para innovar! Paradojamente, algunas regiones más intensamente productivas de conocimientos no supieron evaluar la “situación epistémica” en la que se encontraban. ¿Lo saben verdaderamente hoy en día?
En donde se habla de kagakugijutsu!
Jean-François Sabouret dirige la Red Asia, prefiguración del Instituto de Mundos Asiáticos a través notablemente de «MedAsiaNet». Lo recuerda redundantemente: no hay en el horizonte cultural japonés la misma diferenciación que en Occidente entre espíteme y techne. Se habla así comúnmente de «ciencia tecnológica, de «kagakugijutsu»: “comprender el mecanismo de un objeto y a partir de ahí acceder a las ideas que han presidido a su creación es muy importante para un japonés, tanto o más que (al contrario del occidental), instalarse en el “cielo de ideas” y “decir el mundo” y a partir de ahí descender, de alguna manera, al mundo de las aplicaciones y de lo tangible.
Un «homo technophilus» en cierto modo... el territorio japonés se construyó de ese modo como «plata-forma de creación y de explotación del conocimiento» y su vivencia como “una cultura de lo efímero y de lo transitorio”. Esta necesidad de poner en tela de juicio todo lo material ha conducido incontestablemente a una verdadera declinación temporal de lo efímero según la transición de las estaciones de las que se sabe que forman parte de los eventos más esperados de una población, incluso ampliamente urbanizada, hasta el punto que una superficie de venta japonesa cuenta con 90 fechas para las promociones particulares esenciales según el calendario. Una rítmica temporal de la que podemos pensar que es relativamente favorable a la gestión y a la estructuración de saberes – el debate está abierto! - El keitai denwa, apéndice del Nippo-sapiens
Conocemos el seguimiento de las innovaciones japonesas a las que se dedica regularmente Karine Poupée, artículos a los que nos hemos referido a menudo en nuestros escritos, su análisis de la génesis del teléfono móvil como “llave de oro”, «portera», ver «asistente de vida» de los japoneses ilustran particularmente bien tales mecanismos, pero también las ambiciones y los retos que traducen: todo ello no hace más que confirmar naturalmente los análisis evocados precedentemente.
La transformación a partir de los años 1980 del papel, del estatuto y de la organización del saber en las sociedades industriales, si es esencial al Japón, sigue estando omnipresente hoy en día por ejemplo en la reflexión sobre el posicionamiento actual y futuro de la china en esta evolución, y ello a través sobretodo de sus raíces confucianas. Un secreto de Asia en relación al de Ocidente tal como lo analiza en sus paradigmas de creencia y de pensamiento David Cosandey al que nos referíamos precedentemente? Un análisis en todo caso donde la sociología tendrá el lugar que le confiere la geografía.
¿En realidad, tal enunciado no es en sí mismo una imagen de la profunda ruptura que manifiestan nuestras nuevas percepciones de una economía y de una sociedad basada en el saber?
Esta formulación nos ha sido sugerida por una reciente obra publicada bajo la dirección de Jean-François Sabouret: «El imperio de la inteligencia», publicada al final del año pasado en la editorial del CNRS. En dicha publicación Alain-Marc Rieu en su último capítulo analiza «el Japón como sociedad del conocimiento».
Profesor en Lyon, y autor de una precedente publicación sobre «Saber y poder en la modernización del Japón» Rieu, desea así mostrar que en Japón este fenómeno es más amplio y profundo de lo que se entiende comúnmente por «economía del conocimiento». Un territorio debe saber evaluar la «situación epistémica» en la que se encuentra. Hace de ello un cuarto de siglo, señala el autor, el Japón supo instalar un dispositivo institucional, de métodos y organismos que le permitieron transformar los conocimientos disponibles en una tecnología genérica, en nuevas industrias y nuevos productos. Se encontraba de ese modo más avanzado que la casi totalidad de los demás países. En efecto, no se focalizaba en la producción de conocimientos sino en su asimilación y en su adquisición: Japón instaló así una verdadera máquina para innovar! Paradojamente, algunas regiones más intensamente productivas de conocimientos no supieron evaluar la “situación epistémica” en la que se encontraban. ¿Lo saben verdaderamente hoy en día?
En donde se habla de kagakugijutsu!
Jean-François Sabouret dirige la Red Asia, prefiguración del Instituto de Mundos Asiáticos a través notablemente de «MedAsiaNet». Lo recuerda redundantemente: no hay en el horizonte cultural japonés la misma diferenciación que en Occidente entre espíteme y techne. Se habla así comúnmente de «ciencia tecnológica, de «kagakugijutsu»: “comprender el mecanismo de un objeto y a partir de ahí acceder a las ideas que han presidido a su creación es muy importante para un japonés, tanto o más que (al contrario del occidental), instalarse en el “cielo de ideas” y “decir el mundo” y a partir de ahí descender, de alguna manera, al mundo de las aplicaciones y de lo tangible.
Un «homo technophilus» en cierto modo... el territorio japonés se construyó de ese modo como «plata-forma de creación y de explotación del conocimiento» y su vivencia como “una cultura de lo efímero y de lo transitorio”. Esta necesidad de poner en tela de juicio todo lo material ha conducido incontestablemente a una verdadera declinación temporal de lo efímero según la transición de las estaciones de las que se sabe que forman parte de los eventos más esperados de una población, incluso ampliamente urbanizada, hasta el punto que una superficie de venta japonesa cuenta con 90 fechas para las promociones particulares esenciales según el calendario. Una rítmica temporal de la que podemos pensar que es relativamente favorable a la gestión y a la estructuración de saberes – el debate está abierto! - El keitai denwa, apéndice del Nippo-sapiens
Conocemos el seguimiento de las innovaciones japonesas a las que se dedica regularmente Karine Poupée, artículos a los que nos hemos referido a menudo en nuestros escritos, su análisis de la génesis del teléfono móvil como “llave de oro”, «portera», ver «asistente de vida» de los japoneses ilustran particularmente bien tales mecanismos, pero también las ambiciones y los retos que traducen: todo ello no hace más que confirmar naturalmente los análisis evocados precedentemente.
La transformación a partir de los años 1980 del papel, del estatuto y de la organización del saber en las sociedades industriales, si es esencial al Japón, sigue estando omnipresente hoy en día por ejemplo en la reflexión sobre el posicionamiento actual y futuro de la china en esta evolución, y ello a través sobretodo de sus raíces confucianas. Un secreto de Asia en relación al de Ocidente tal como lo analiza en sus paradigmas de creencia y de pensamiento David Cosandey al que nos referíamos precedentemente? Un análisis en todo caso donde la sociología tendrá el lugar que le confiere la geografía.
¿En realidad, tal enunciado no es en sí mismo una imagen de la profunda ruptura que manifiestan nuestras nuevas percepciones de una economía y de una sociedad basada en el saber?
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